En cada libro que he escrito, veo que he logrado plasmar las experiencias más genuinas de la vida que he tenido. Todas vinculadas de alguna manera a la cultura y la sociedad. Disfruto de todo el proceso de investigación, pero sobre todo de la conversación con las personas de tú a tú, y de esa manera comprender sus estilos de vida.

De mi primer libro, que fue sobre las prácticas gastronómicas de Chuao, en el Estado Aragua, lo que más me atrajo fue esas comidas colectivas que se preparan entre todos para compartir, que están siempre relacionadas con alguna festividad, y de cómo eso representa un medio para la convivencia. Quedé tan encantada que ahora mi esposo y yo tenemos una casita ahí, y no cualquiera tiene este privilegio, porque antes tienes que saberte ganar la confianza y el cariño de la gente del pueblo.

Mis otros dos libros están relacionados con mis orígenes judíos. En “Sabores Conversos” reflejo a una señora que pertenecía a la religión católica pero se enamoró de un judío y se convirtió al judaísmo, así que una vía que encontró para ser aceptada dentro de la comunidad fue a través de la cocina.

Después propuse al Museo Sefardí de Caracas hacer un libro sobre la gastronomía ligada a su simbolismo en las festividades. Consiste en una serie de fotografías en blanco y negro. Digamos que volví a conectarme con mi religión, con mi infancia, asistiendo a todos estos rituales de iniciación, de matrimonio, o religiosos.

Luego, conocí a motopiruetas y comencé un trabajo con ellos relacionado con el contexto político y social de ahora. Intervine asientos de motos, hice fotografías impresas en semicuero tapizado, cada uno tiene una temática. También he trabajado con el cuadro de la moto como objeto escultórico. A veces me los consigo tirados por la calle y es interesante porque, aunque provienen de un mundo subversivo, veo en ellos una pieza fértil para el trabajo artístico, por su simbolismo.

La idea es cuestionar y desmitificar esa imagen demonizada de los motorizados. Resulta que en estas reuniones he visto más de 500 o 600 motorizados reunidos, y para mí es algo oculto, que mucha gente puede pasar por alto y a lo cual no todos pueden acceder. Un día ocurrió que el organizador del evento agarró un megáfono se montó en la tarima y dijo: Con nosotros Susana de Inglaterra, y así me bautizaron desde entonces.

Me encanta todo lo nuevo, lo que no conozco. Por eso logro acceder a estos lugares, a donde no todo el mundo puede. Me guío mucho por la intuición y por la empatía hacia las otras personas. La ciudad está llena de personas y grupos muy diversos por descubrir. El ser humano es fascinante, y conocer sus particularidades te da una sensación de existencia plena.

Escritura:
Julio Pereira
Fotografía:
David Niño Herrera
Lugar:
Los Dos Caminos, Caracas
Fecha:
10.8.2016
El ser humano es fascinante, y conocer sus particularidades te da una sensación de existencia plena.
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