En esta esquina de San Agustín pasaba las mejores vacaciones con mi abuelo Tomás. Soy Miguel Vargas, de Falcón. Me vine a Caracas a estudiar cuarto año de bachillerato y desde ahí me quedé. De niño venía cada año a pasar vacaciones y lo mejor era pasar tiempo con mi abuelo, el que vendía la mejor chicha del mundo.

El abuelo Tomás comenzó en 1947 junto con otros chicheros que se repartieron por toda la ciudad. Siempre estuvo en el mismo lugar y ahí se hizo famoso, en la esquina de San Agustín. Tanto era que entre los clientes siempre estaba el presidente que estuviera mandando. Los policías trancaban la calle para que se tomara su chicha tranquilo, y por supuesto, para que mi abuelo lo atendiera bien.

Caracas ha crecido y cambiado mucho desde 1947. De los que vivían en aquella época, la mayoría ya no está, y los que quedan solo tienen sus recuerdos. También hay cosas que desaparecieron, unas están en la memoria, otras no corrieron esa suerte.

En el 2012 el abuelo murió. Fueron tiempos de mucha tristeza porque cada cosa me hacía recordarlo. Él me enseñó este oficio y junto a él viví momentos que jamás olvidaré. Durante un mes no abrí el puesto por duelo, pero la vida continúa y volví como una manera de honrarlo. 

Cerrar el puesto nunca fue una opción y a pesar de que muchos esperaban que yo ejerciera mi carrera, decidí seguir con el negocio de la chicha. Yo espero que alguien de mi familia continúe con este puesto de chicha cuando yo muera; porque la gente merece seguir tomándola y nunca olvidar la mejor chicha del mundo: Chicha en honor a mi abuelo Tomás, quien se toma una, toma más ¡Dios los bendiga!

Escritura:
Marcel Serrano
Fotografía:
Raquel Cartaya
Lugar:
San Agustín, Caracas
Fecha:
1.4.2016
Chicha en honor a mi abuelo Tomás, quien se toma una, toma más ¡Dios los bendiga!
No items found.

Más Historias

Juegas...
Elijes...
Thank you! Your submission has been received!
Oops! Something went wrong while submitting the form.

Paicosa. Ese soy yo

Jesús Guzmán 'Paicosa'
Soy un músico prestado a la docencia, la que me ha ayudado a entender por dónde hay que ir.

Salvado por un balón

César Carrillo
La he pasado feo, pero gracias a Dios, el fútbol me ha salvado de todo eso.

En mis zapatos

María Gómez
Todo el que me ve sabe que soy músico, lo llevo tatuado en uno de mis brazos así como está tatuado en mi alma. Soy músico.

Con Presencia

Jesús Torres
Soy exigente conmigo mismo, porque para lograr ser eso que uno quiere hay que ser exigente, es así como quererse a uno mismo para poder querer a los demás.

Érase una vez...

Mariela Márquez
Hoy no concibo mi vida sin la música, es como una pierna, mi corazón, mi cabeza.
© 2023 Cultura Epix
PrivacidadTérminosCookies