Mi llegada a Paria fue un poco accidentada, soy originaria de Mérida pero tras la separación de mis padres me vine con mi mamá a vivir a Oriente. Ese proceso fue duro para mí, marcó un antes y un después en mi vida.

Luego de ese episodio me diagnosticaron depresión. He tenido altos y bajos pero el principal motor que me ha permitido arrancar es la fe en Dios. Además del apoyo de mi esposo y de mis hijas, Dhuannys y Daniela. Cada vez que me ven triste logran, de algún modo, sacarme una sonrisa o me abrazan. Eso forma parte de mi motivación aunque no siempre da resultado. 

El trabajo también se ha convertido en el espacio donde puedo brindar el apoyo que no tuve en mi adolescencia. Quisiera marcar la vida de las personas a las que estoy moldeando, por eso fue que me incliné hacia la educación. De hecho aquí en la Hacienda hay muchos profesionales a los que les di clase y eso me hace feliz. Ser docente es una tarea muy hermosa.

Yo enseño desde el amor, para mí ese es el valor principal que se necesita para educar a alguien. Hay que trabajar desde la empatía, ponerse en el lugar del otro. Nadie puede enseñar desde lo rudo. Más bien hay que enamorarlo para que pueda entender cuál es el mejor camino. Y eso es algo que se aplica no solo a la enseñanza sino a todo lo demás.

Siempre he sido muy soñadora, creo que es porque nací en los Andes. Algunos de esos sueños se han convertido en utopía pero otros se han hecho realidad. Por ejemplo conseguí que la Fundación San José llegara a la escuela donde doy clase. Necesitaba un apoyo en la parte de orientación, no era graduada en psicología y estaba trabajando con los dedos. Me tildaron de fastidiosa, pero tanto di que lo logré.

Si en algún momento tuviera que irme a otro lugar me llevaría la satisfacción de haber hecho todo lo que pude hacer en el momento en el que me lo propuse. Solemos posponer las cosas pero mi personalidad me lleva a la acción. Así no me quedo con la incógnita ¿qué hubiese pasado si…?

A pesar de que muchas veces he querido escapar he aprendido a amar este lugar. Paria significa mi renacer. Me brindó la oportunidad de amar a su gente, entender el clima tropical. Son personas extraordinarias, espontáneas, transparentes, no ocultan nada. Eso es algo que me impulsa a seguir trabajando por ellos.

Aún no estoy segura de cómo me superaría al momento de cualquier dificultad. Pero sí estoy clara de que lo he hecho antes y lo he logrado. Sé que habrán muchas batallas que luchar pero debo seguir adelante. Los niños y la educación me sirven de bastión. Creo que fue una oportunidad que la vida puso en mi camino. Trato de aplicar en mi vida personal lo que le digo a los estudiantes o a los padres. No siempre es fácil pero es un apoyo que me ha ayudado mucho. Porque al final, en cada aprendizaje o enseñanza, siembro el fruto del mañana.

Escritura:
Camila Lessire
Fotografía:
Susana León
Lugar:
El Pilar, Sucre
Fecha:
8.3.2018
Yo enseño desde el amor, para mí ese es el valor principal que se necesita para educar a alguien.
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