Soy estudiante de Ingeniería Electrónica en la Universidad Simón Bolívar, anteriormente estudiaba Agronomía en la Universidad Central, en Maracay, la ciudad de donde soy. Desde hace unos cuatros años arreglo microondas, hago trabajos de electricidad, cercos, cámaras de seguridad y todo lo que tenga que ver con esa parte técnica. 

Llegar a Caracas no fue sencillo. Hubo una especie de trauma al principio, no estaba acostumbrado al tráfico, al caos del metro, pero poco a poco fui acostumbrándome y ya conozco bastante la ciudad. Conseguí un empleo custodiando camiones blindados pero después me di cuenta de que me alcanzaba solo para el alquiler así que decidí emprender por mi cuenta.

Cuando dejé mi trabajo no tenía nada, fue difícil, pero cuando el individuo se siente presionado renace en la dificultad. Yo creo que es necesario que cada persona emprenda, porque es algo que te hace conocerte, crecer, ver que el mundo es muy grande. Siempre vamos a vivir esclavos porque todos tenemos algo que nos gusta y nos amarramos a eso, pero el hecho de independizarme fue un antes y un después en mi vida. Me hizo comprender que soy el responsable de mi propio progreso.

Mi mayor enseñanza ha sido no depender de los demás, saber que puedes estar solo, sin las personas que quieres, y ser feliz.

Venezuela necesita emprendimiento, aquí el ser ambicioso lo asocian con algo malo, con la avaricia, el querer más que los demás, pasar por encima de otros, pero en otros países es sinónimo de progreso. El proceso de emprendimiento es algo natural y por eso es que esos países son tan desarrollados. Hay que cambiar un poco la cultura. Muchos creen que el dinero es malo, que te aleja de Dios, pero pienso que se puede tener dinero y estar con Dios. El dinero solo es papel, y lo que vas a hacer con él es otra cosa.

Hay mucha gente en este país que gana dinero de forma lícita, pienso que Venezuela tiene un potencial muy grande y me gustaría ver a mi país un poco mejor. Tengo familiares asesinados, afectados por la inseguridad, muchos amigos e inclusive mi pareja se han ido del país. La situación está difícil pero si yo soy educado y honrado, ayudo a las personas y hago bien mi trabajo, pienso que estoy construyendo.

Sueño con tener una empresa de tecnología. Me gusta trabajar con microcontroladores. Me encantaría diseñar algo innovador, algo que nadie haya hecho, trato de aportar siempre una nueva idea.

Desarmo los electrodomésticos y con la tarjeta electrónica construyo otras cosas, hago inventos de seguridad que parecen sencillos pero no lo son. Así aprendo muchísimo, uno aprende construyendo al igual que explicando. Me gusta enseñarle a mis compañeros de la universidad. En Maracay daba clases de matemáticas y eso me dejó cierta pedagogía. También los aconsejo para que emprendan y busquen la manera de seguir aprendiendo por su propia cuenta.

Uno siempre debe tener un proyecto de vida. Hay que escribir lo que uno quiere porque las ideas van y vienen, un día se te olvidan y la vida sigue. De repente te ves en diez años y te das cuenta de que olvidaste tu meta. Hay que tener constancia, aunque a veces se pierda porque tuviste un mal momento o quieres irte a dormir porque estás agotado, siempre hay que retomar el camino. Nunca dejar las cosas a medias. 

Mi miedo es al fracaso, pero siempre he pensado que los miedos son como el motor de una persona. Si no sientes miedo nunca vas a salir adelante. Por ejemplo, si tienes miedo a morir, haces lo posible por sobrevivir.

Creo en la Ley de la Atracción y busco conectarme con las cosas buenas. Hay gente que trabaja, que se levanta temprano, a esa gente hay que darle un voto de confianza. El venezolano es buen cliente y da buenos servicios, hay muchos que no, pero todavía hay personas en las que se puede confiar.

Escritura:
Odri Albornoz
Fotografía:
Astrid Hernández
Lugar:
Sabana Grande, Caracas
Fecha:
1.12.2017
Hay que escribir lo que uno quiere porque las ideas van y vienen, un día se te olvidan y la vida sigue.
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