Decir que algo me haya “marcado” en la vida me parece una idea demasiado romántica. Yo soy más bien del tipo de persona pragmática. Siempre a toda situación le estoy buscando una solución y cuando la encuentro sigo avanzando. No dejo que nada ni nadie me detenga. Por eso no permito que las cosas me afecten tanto. Siempre hay algo por hacer y por aprender.

Estudié tanto música como informática. Ambas fueron opciones que se me presentaron pero al final de las dos me enamoré.

En mi memoria guardo una experiencia que me emocionó muchísimo cuando niño: la primera vez que me subí a un escenario a tocar mandolina y luego recibir una ovación de aplausos del público, eso me dio una sensación de orgullo y de grandeza, apenas siendo un muchachito, con tan solo diez u once años, eso te marca, porque pierdes el miedo escénico y te empieza a gustar esa satisfacción que sientes. Ahí fue cuando supe que era bueno en lo que estaba haciendo. Y de ahí en adelante me dediqué cada vez con más empeño a tocar ese instrumento.

Yo creo que esa es la forma de corroborar que eres bueno en lo que haces, la receptividad del público. Porque tu puedes llevar mucho tiempo estudiando y preparándote, y siempre te va a gustar lo que haces, e inclusive a tus padres les puede gustar, pero puede haber un sesgo ahí, quizás porque te quieren entonces no te dicen o no ven los detalles o imperfectos. Pero delante de la gente no hay salida, ahí se demuestra todo tal cual es.

De la informática me apasiona el hecho de que se pueden crear y recrear realidades virtuales mediante modelos matemáticos y algorítmicos cuantas veces lo requieras, sin necesidad de modificar o afectar el espacio físico, a menos que sea un disco duro o una memoria. El asunto es que no tienes límites, posees toda la libertad para hacer lo que quieras siempre que tengas internet y una computadora a la mano.

En el supuesto negado de que el internet desapareciera creo que moriría, o simplemente cambiaría la lógica de lo que estoy haciendo y buscaría la manera de resolver, así es la formación de un ingeniero, buscar la solución de cualquier circunstancia que se te presente, aprender a manejar las situaciones, sobre todo bajo presión, y trabajar con los recursos que tienes a disposición.

Eso mismo lo aplico en mi vida, de hecho, en mi casa, con mis padres y mi hermano, siempre hemos tenido esa filosofía, que no te puedes quedar estancado en algo sin resolver. Por ejemplo, si se me dañó el carro estudias qué posibilidades tienes, cuáles no, y en función de eso ves tus opciones, buscas las soluciones y accionas. Sin embargo, hay muchas situaciones que me han superado, y que me han frustrado, sobre todo en la universidad, en tiempos de parciales, cuando te raspan. Cuando eso me pasa, al principio me lamento por un rato preguntándome el por qué, pensando en los “si hubiese hecho tal cosa…”. Después, al cabo más o menos de una hora se me pasa y ya, me fastidio de ese estado; entonces salgo y me distraigo con mis amigos y continúo con mi vida, pero no permito que eso me frene o me afecte demasiado emocionalmente. Al final, esas situaciones se almacenan en la memoria y uno termina transformándolas en herramientas y aprendizajes de vida.

Yo siempre voy con los pies sobre la tierra, partiendo desde donde estoy. Suelo ser muy práctico, es decir, para mí: “uno más uno es dos”. Pero reconozco también que no todo se puede controlar y programar. Uno no conoce sus límites hasta que los vive. Hay cosas que se escapan de las manos. Por ejemplo, una enfermedad, esa situación caótica que te altera y nadie sabe con precisión cuándo puede aparecer, es algo que, aunque no he vivido de cerca, le temo, porque puede hacerme sufrir y hacer sufrir a mis seres queridos.

Otra de las cosas que se escapan de nuestro control es el amor, ahí la situación es diferente. Ahí se complejiza todo porque sencillamente hay otra persona involucrada, y es multifactorial, está la atracción física, intelectual o química y la emocionalidad de ambas partes.

Quizás por eso el ser humano siempre tiene la necesidad de creer que hay algo más allá de sí mismo. Yo particularmente no lo podría definir con palabras, pero diría que sí existe algo “más allá” de muchas de las cosas que yo pueda explicar y hay que vivir con eso.

Escritura:
Alexandra Cona
Fotografía:
Astrid Hernández
Lugar:
Country Club, Caracas
Fecha:
23.5.2017
Uno no conoce sus límites hasta que los vive.
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