Yo soy músico, no soy, ni puedo ser otra cosa. Es el rol que yo tengo aquí en la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho, tengo una responsabilidad como violinista, y a su vez como compositor, pero creo que mi fuerte dentro de este círculo es la composición.

Pronto van a leer la partitura de una pieza mía que se llama La Gran Sabana. Está hecha para que cualquier solista profesional pueda utilizarla como background. Normalmente, tú les pones las notas para que ellos toquen lo que tú realmente quieres, pero esta es una obra muy libre. Actualmente, la música tiene muchos géneros, tiene muchas sonoridades. Esta es una sonoridad diferente. Creo que es la primera vez que se toca una obra contemporánea de esta orquesta, ellos han hecho repertorios de todo tipo, pero esto es algo nuevo.

Cuando escuchas mucha música sientes una necesidad de expresarte. Cuando escribes una obra, lo más importante es el discurso, lo que tú realmente quieres contar. Eso es algo que lo tienes que transmitir a través de un concepto. Creo que cuando vas a crear una obra, tienes que soñarla mucho. Hay por ejemplo cosas que yo pongo, que los mismos músicos me preguntan: "¿cómo sacaste eso?". “Lo soñé”, les digo. Pero es porque entonces pienso la broma, sueño las cosas, pruebo. Componer es un gran reto.

Lo que manda aquí en Venezuela es la naturaleza y la belleza. O sea, yo no puedo crear una obra, a pesar de todo, que suene fea, porque realmente eso no es lo que se siente aquí. O sea, aquí tú te paras todos los días y el sol entra con tanta fuerza, observas los pájaros. Ellos realmente no sufren eso que uno sufre, y los ves siempre bellos, con su canto, con lo que sienten. Entonces yo creo que si la música nuestra va hacia algo es hacia la naturaleza, una naturaleza que nos va a transformar de muchas formas, espiritualmente y como sociedad. 

Creo que la música no debe ser simplemente para expresar algo, solo porque a mí me gusta, sino también para que las personas se puedan transformar a partir de ella, porque si no, es una obra muerta. No es buena, ni es mala, pero puede ser que no tenga esa chispa que crea esa vida que la gente anda buscando. La música que yo estoy experimentando no se basa en el dolor o las cosas que hacen que tú sufras, sino en eso que te llena de vida, en algo que sea súper positivo. A pesar de las circunstancias, busco siempre las cosas buenas.

Aún me falta hacer un cambio en la plantilla orquestal, podría ser quizás con grupos de instrumentos diferentes. No tiene que ser un bajo, no tiene que ser un cello; puede ser un chamán, o puede ser alguien que cante mientras tú haces otras cosas. Es cuestión de percibir con mucha consciencia y ser muy refinado cuando estás escuchando.

Desde el compartir, quiero transformar cómo es la orquesta, cómo es la música. O sea, ¿cómo tú esperas algo de alguien, un flautista de tus filas, de tu grupo, si esa persona de repente está afrontando algo fuerte y tú no lo sabes? Yo me he encargado de compartir con todos, tanto con el que toca la flauta, como con el que toca el bajo, me gusta estar con todos ellos. Aquí hay gente que hace muy buen trabajo. Cuando uno es líder de un grupo, es importante darle a cada quien un espacio. En eso creo, y por eso esta es una Sinfónica diferente. Cuando yo esté viejo, creo que más que por lo de la música, van a conocer a este Salomón porque estuvo ahí apoyándolos con todo. Si me preguntaran a cuál músico o compositor admiro, les diría que a mis propios compañeros de la Sinfónica.

Para mí, es cuestión de compromiso. Si estás dentro de algo, si eres constante con eso, no hay forma de que no puedas aportar. Creo que cuando estás en algo grande, tú no mides si tienes hambre, si tienes sueño, si tienes fiebre. Uno trata de que todo se dé, ya sea en la música, en la pintura, o lo que sea que te guste; creo que el resultado es importantísimo. Si tú no haces tu mayor esfuerzo para aportar ese “algo más”, entonces realmente tú no pariste eso.

Escritura:
Silvia Fariñas
Fotografía:
Gustavo Mendoza
Lugar:
El Conde, Caracas
Fecha:
18.5.2018
Creo que la música no debe ser simplemente para expresar algo, sino también para que las personas se puedan transformar.
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